La huella ecológica es un indicador biofísico de sostenibilidad de carácter integrado en el que se relacionan las demandas de una determinada comunidad humana – país, región o ciudad – con la capacidad productiva y ecológica del territorio que ocupa o administra, considerando tanto los recursos necesarios, como los residuos generados para mantener el modelo de producción y consumo de dicha sociedad.
Este indicador, desarrollado a principios de la década de los 90 por William Rees y Mathis Wackernagel, introduce una novedad metodológica de gran importancia: la transformación de los consumos en territorio productivo. De esta forma, la huella ecológica (consumos) puede compararse con la capacidad de carga o biocapacidad (territorio productivo disponible) evaluando el balance ecológico resultante (déficit o superávit).
PAÍSES SEGÚN SU HUELLA ECOLÓGICA
La huella ecológica media del mundo es de 2.7 hgpc y la reserva ecológica es de -0.6 hgpc, en déficit.
Los miembros del G-20 se encuentran en negrita.
Cada país tiene una huella ecológica diferente como podemos ver en la tabla anterior. Esto quiere decir, como es obvio, que cada persona tenemos una diferente.
Hay tres niveles: personas con una huella ecológica BAJA, MEDIA y ALTA.
Las personas con una huella ecológica baja deben de conseguir primero media y después alta.
Yo por ejemplo, tengo una huella ecológica media, como muchos de ustedes, pero debemos de conseguir tenerla alta.
Por último están las personas con una huella ecológica alta que deberán mantenerla.
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